JEWELS
Tres actos sin argumento
Joyas destaca primero su calidad de Ballet con tres actos sin argumento, la música marcará el carácter de cada acto.
Se cuenta que el coreógrafo se inspiró para la creación de Joyas (Joyaux, en francés) en el escaparate de la gran joyería Van Cleef & Arpels donde un día, camino del teatro se paró para admirar las vitrinas, cada una dedicada a una gema preciosa distinta: esmeraldas, rubíes y diamantes.
Según la anécdota, la intensa curiosidad del señor que se quedaba mirando con tanta insistencia a las vitrinas a pesar de la lluvia empezaba a inquietar a las dependientas. Cuando un joven apuesto (acompañado discretamente por dos guardias de seguridad) le abrió la puerta y le invitó a entrar preguntándole por su interés en las joyas, Balanchine se presentó. El joven resultó ser Van Cleef hijo que, cuando se enteró de la identidad del curioso, se confesó gran admirador de todos los ballets del coreógrafo georgiano.
En 1967, cuando se preparaba el estreno, se anunció que el nuevo ballet del maestro tenía tres actos pero ningún argumento. Cada cuadro evocaba, sin intentar imitar, uno de los países que había acogido al coreógrafo a lo largo de su trayectoria.
ESMERALDAS
Para el primer acto, Balanchine utiliza la música de Gabriel Fauré de su Pelléas et Mélisande y Shylock para plasmar la esencia de la Francia elegante que se refleja en la moda y los perfumes de los grandes couturiers.
Lo creó pensando en la gran bailarina francesa Violette Verdy, dividido en ocho secciones, está estructurado alrededor de dos parejas de solistas, un trío y un cuerpo de baile de diez bailarines.
Los tonos verdes del vestuario de la iluminación y el delicado carácter lírico de la coreografía sugieren un recuerdo a las grandes obras del repertorio del ballet romántico.
RUBÍES
El Capricho para Piano y Orquesta de Stravinski marca el tono de “Rubíes”. Aunque según el coreógrafo no había ninguna intención de retratar aspectos específicos de la cultura estadounidense, la misma música lo sugiere. Balanchine señaló la pulsación insistente, llena de vigor y energía aún en los momentos de reposo de esta coreografía en tres movimientos según la partitura del compositor ruso.
La sincronización, el brío, la energía rebosante del jazz, la seducción, el humor y un guiño a ciertos elementos formales del lenguaje del coreógrafo caracterizan esta pieza para una pareja, un solista y un cuerpo de ballet de doce.
Balanchine lo creó para Patricia McBride, cuya intensidad le convertía en el perfecto rubí para el coreógrafo, con Edward Villella y Patricia Neary.
DIAMANTES
Creado para su gran musa Suzanne Farrell, remonta al esplendor del clasicismo de la Escuela Imperial de ballet en Rusia, del Teatro Mariinsky donde Balanchine recibió su formación en San Petersburgo, donde gran parte del repertorio incondicional del ballet clásico fue estrenado.
La blancura, las proporciones, la luminosidad y el gusto por la composición escénica grandiosa lucen en “Diamantes”, una obra que, según los críticos ingleses Mary Clarke y Clement Crisp, podría definir la esencia del estilo del Ballet Ruso.
El vestuario original fue creado por Karinska, fiel colaboradora y compatriota de Balanchine, la escenografía por Christian Lacroix para esta nueva producción de Joyas.
Lacroix comenta que su labor ha estado “a medio camino entre la reconstrucción y la evocación”.
Esta coreografía incorpora, como toda joya que se precie, facetas múltiples. como él decía “ver la música y escuchar la danza”.
Ballet's Secrets Dançart
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